Juego de estrategia
Cuando comenzó a jugarse el fútbol, nadie se preocupó de hacer de él una cosa demasiado complicada; todo equipo se limitaba a procurar llegar hasta la red contraria y a impedir que los otros hiciesen una cosa semejante. Después, y poco a poco, la experiencia trajo las reglas, y la aplicación de éstas, tendió a hacer inteligente el juego. La estrategia ordinaria, que de este modo se introdujo en el fútbol, tomó el nombre de método, pero en realidad, no se habló inmediatamente de método porque éste se identificó en un principio con el mismo juego; se sintió la necesidad de la distinción sólo cuando nació otro modo de jugar al fútbol, y así, apareció el sistema, adoptado ahora universalmente, con las excepciones que presentan algunos equipos centroeuropeos e hispanoamericanos.
En el juego de estrategia los jugadores estaban dispuestos de una forma determinada: el portero en los límites de su red, los defensas en los ángulos del área de penal, los medios laterales, colocados a notable distancia uno del otro, con la misión de marcar a los extremos adversarios. Sobre el medio centro, recae una ardua tarea, debe defender en caso de peligro y ayudar a los atacantes con pases sabiamente medidos y ajustados. Y así hemos llegado a la línea de fuego: la delantera. Los punteros deben ingeniársela para, a base de fintas y gambeteos, servir el balón a sus compañeros, cuando no intentar directamente el gol. Los interiores tienen como misión esencial la de preparar las jugadas cuyo remate corre a cargo del delantero centro. A este último, le toca, pues, el delicado encargo de prodigar el tiro. La acción se desenvuelve así por líneas, ajustando las acciones a un plan regular que permita hallar el hueco por donde irrumpir en el frente enemigo.
...........................................................................................................................................................................................................
En cuanto al sistema, el principio que lo informa es “primero no perder”. Se tiende a aumentar la potencialidad de la defensa, para lo cual se ha llegado a modificar profundamente la alineación, que ahora asume la forma de una M o de una W. Los defensas ya no se hallan tan próximos uno de otros; se los ha alejado para poder vigilar mejor los movimientos del adversario. El medio centro se ha retrasado notablemente y se le encuentra a la misma altura de los defensas; debe marcar al delantero centro enemigo. Los medios laterales (medios volantes) se sitúan hacia el centro del campo. Los interiores han retrocedido hasta encontrarse a poca distancia de los medios, con los que forman el cuadrilátero en el que reside la potencia del equipo así sistematizado. El cuadrilátero está siempre pronto, en caso necesario, para avan
zar y sostener a los tres hombres que quedaron en la línea de fuego: el delantero centro y los punteros.
Futbol y estrategia
No se ha cambiado solamente la colocación sobre el campo, también ha sufrido mudanza el espíritu del juego, ya no son las individualidades las que brillan, sino el conjunto, la colectividad. El resultado del encuentro depende de la rapidez, la prontitud del juego. Los pases deben ser precisos, veloces, lanzados en profundidad, el balón debe dirigirse al lugar próximo a aquel donde se halla el que debe recibirlo, para que éste llegue a alcanzarlo con un rápido desplazamiento al propio tiempo que se desmarca de la vigilancia a que lo ha sometido el adversario. Nada de retener la pelota entre los pies más tiempo del estrictamente necesario; la clave es la velocidad. No por esto queda desmerecida la calidad individual, se trata simplemente de encauzarla y organizarla hasta llegar a formar un magnífico cuadro de conjunto. Naturalmente que el sistema también tiene sus puntos débiles, el portero queda demasiado solo, su responsabilidad se convierte en una carga excesivamente pesada; se busca vigorizar la defensa, es a ésta a la que se le exige mayor esfuerzo.
